¡Buenas tardes!
Otro día más de ruta por las antípodas y con ello una nueva jornada que empieza como ayer: con agua. Empiezo a entender porque es tan verde el país (con sus excepciones) y porqué pueden enorgullecerse de tener tanta diversidad de flora y fauna. ¡Así no vale! Hoy ha llovido todo el día, y por agua que no falte. Las plantas está claro, pero no sé como se la arreglan aquí los animales para subsistir con semejante cantidad de líquido cayendo desde el cielo por hora y metro cuadrado (o transpiran mucha agua, o están profundamente hidratados, o bien involucionan en peces o en caso contrario están condenados a la extinción). Creo que la constante del día ha sido un par de bambas bien mojadas y calcetines a la par. Eso sí, hay tres aspectos positivos con los que prefiero quedarme del día de hoy:
1- Noemí ha estrenado el chubasquero, que para algo lo hemos comprado (la pela es la pela)
2- Yo he estrenado el 'chubasquero' para la cámara, que para algo lo hemos comprado (ídem)
3- Pues que... ¡ha sido un gran día!
La ruta de hoy ha empezado con un desayuno (esta vez en el hotel, si bien deberíamos llamarlo banquete u atracón porqué hemos desayunado bien fuerte) y posteriormente nos hemos dirigido a los Jardines Botánicos de Sydney (Royal Botanic Gardens). De camino, nos hemos parado en la State Library of Nord South Wales, una fantástica librería donde hemos echado un vistazo con calma y donde nos hemos encontrado a Faramir (o su alter ego, David Wenham, que luego hemos visto que es de Sydney) rodando lo que parecía ser un anuncio o algo similar (¡de hecho casi nos chocamos!).
Una vez en los jardines botánicos, la lluvia se ha fortalecido y nos hemos limitado a dar un largo paseo bajo el yugo de la lluvia pero con un maravilloso paisaje de fondo. El parque está lleno de zonas botánicas temáticas y organizan múltiples tours.
Tras tomar un descanso (y un té/café -y de paso he descubierto que al americano se le llama long black-) hemos proseguido con el paseo para terminar en la Government House (a la que hemos accedido sin ningún tipo de control de seguridad). Finalmente hemos dado el paseo por terminado y nos hemos dirigido al Circular Quay (de donde salen casi todos los ferrys y barcos en general) para montarnos en el Manly Ferry y dirigirnos a la zona de Manly Beach.
Manly es una pequeña zona al norte de Sydney famosa por sus playas entre los aficionados al surf (y no tan aficionados). Para que os hagáis una idea, estaba diluviando (en mayúsculas, subrayado y en negrita) y había de quince a veinte surfistas cavalgando olas como si en ello les fuera la vida... impresionante. El resto del área está llena de palmeras y comercios (restauración o venta de tablas, bañadores y ropa). Tras caminar la zona nos hemos ido al reto del día... nadar entre tiburones en el Manly Sealife Sanctuary.
El museo / santuario se dedica a la cría, rescate y prevención de la fauna marina de la zona. El santuario es rápido de ver, por lo que rápidamente hemos estado preparados para la verdadera aventura. La experiencia de nadar entre tiburones ha sido fantástica; muy pero que muy recomendable si alguna vez os dejáis caer por esta zona. La actividad ha durado 2hrs 30m y consiste en una pequeña educación sobre qué hacer / qué no hacer en el interior del acuario (p.ej. no tocar un tiburón, te bañas con ellos pero mejor no forzar la situación), señales básicas del buceo, como utilizar el equipamiento, práctica y... ¡al tanque principal! ¿Qué animales había? Unos cuantos tiburones grises (de hasta 4 metros), tortugas marinas y las impresionantes rayas, además de otros muchos peces. ¿Cómo estaba el agua? Muy fría es poco, por eso llevábamos tres capas de neopreno (y aún así Noemí temblaba como una hoja; yo soy más afortunado y tengo algo más de protección 'natural'). Tras pasear, hacer fotos y ser grabados nos hemos dado una ducha bien caliente y... ¡a correr para coger el ferry de vuelta!
Tras mucho correr no hemos llegado a tiempo para coger el ferry, no nos vayamos a engañar, pero nos la hemos ingeniado para llegar a la siguiente actividad, una cena romántica en barco (Captain Crook Cruises). La velada ha sido magnífica (y bien amenizada por una vocal y un pianista) y las vistas de Sydney de noche (aún con lluvia pero poca y sin niebla) han sido el colofón a un gran día. ¡Y así termina la jornada de hoy! ¡Mañana más y con más sorpresas!
Otro día más de ruta por las antípodas y con ello una nueva jornada que empieza como ayer: con agua. Empiezo a entender porque es tan verde el país (con sus excepciones) y porqué pueden enorgullecerse de tener tanta diversidad de flora y fauna. ¡Así no vale! Hoy ha llovido todo el día, y por agua que no falte. Las plantas está claro, pero no sé como se la arreglan aquí los animales para subsistir con semejante cantidad de líquido cayendo desde el cielo por hora y metro cuadrado (o transpiran mucha agua, o están profundamente hidratados, o bien involucionan en peces o en caso contrario están condenados a la extinción). Creo que la constante del día ha sido un par de bambas bien mojadas y calcetines a la par. Eso sí, hay tres aspectos positivos con los que prefiero quedarme del día de hoy:
1- Noemí ha estrenado el chubasquero, que para algo lo hemos comprado (la pela es la pela)
2- Yo he estrenado el 'chubasquero' para la cámara, que para algo lo hemos comprado (ídem)
3- Pues que... ¡ha sido un gran día!
La ruta de hoy ha empezado con un desayuno (esta vez en el hotel, si bien deberíamos llamarlo banquete u atracón porqué hemos desayunado bien fuerte) y posteriormente nos hemos dirigido a los Jardines Botánicos de Sydney (Royal Botanic Gardens). De camino, nos hemos parado en la State Library of Nord South Wales, una fantástica librería donde hemos echado un vistazo con calma y donde nos hemos encontrado a Faramir (o su alter ego, David Wenham, que luego hemos visto que es de Sydney) rodando lo que parecía ser un anuncio o algo similar (¡de hecho casi nos chocamos!).
Una vez en los jardines botánicos, la lluvia se ha fortalecido y nos hemos limitado a dar un largo paseo bajo el yugo de la lluvia pero con un maravilloso paisaje de fondo. El parque está lleno de zonas botánicas temáticas y organizan múltiples tours.
Tras tomar un descanso (y un té/café -y de paso he descubierto que al americano se le llama long black-) hemos proseguido con el paseo para terminar en la Government House (a la que hemos accedido sin ningún tipo de control de seguridad). Finalmente hemos dado el paseo por terminado y nos hemos dirigido al Circular Quay (de donde salen casi todos los ferrys y barcos en general) para montarnos en el Manly Ferry y dirigirnos a la zona de Manly Beach.
Manly es una pequeña zona al norte de Sydney famosa por sus playas entre los aficionados al surf (y no tan aficionados). Para que os hagáis una idea, estaba diluviando (en mayúsculas, subrayado y en negrita) y había de quince a veinte surfistas cavalgando olas como si en ello les fuera la vida... impresionante. El resto del área está llena de palmeras y comercios (restauración o venta de tablas, bañadores y ropa). Tras caminar la zona nos hemos ido al reto del día... nadar entre tiburones en el Manly Sealife Sanctuary.
El museo / santuario se dedica a la cría, rescate y prevención de la fauna marina de la zona. El santuario es rápido de ver, por lo que rápidamente hemos estado preparados para la verdadera aventura. La experiencia de nadar entre tiburones ha sido fantástica; muy pero que muy recomendable si alguna vez os dejáis caer por esta zona. La actividad ha durado 2hrs 30m y consiste en una pequeña educación sobre qué hacer / qué no hacer en el interior del acuario (p.ej. no tocar un tiburón, te bañas con ellos pero mejor no forzar la situación), señales básicas del buceo, como utilizar el equipamiento, práctica y... ¡al tanque principal! ¿Qué animales había? Unos cuantos tiburones grises (de hasta 4 metros), tortugas marinas y las impresionantes rayas, además de otros muchos peces. ¿Cómo estaba el agua? Muy fría es poco, por eso llevábamos tres capas de neopreno (y aún así Noemí temblaba como una hoja; yo soy más afortunado y tengo algo más de protección 'natural'). Tras pasear, hacer fotos y ser grabados nos hemos dado una ducha bien caliente y... ¡a correr para coger el ferry de vuelta!
Tras mucho correr no hemos llegado a tiempo para coger el ferry, no nos vayamos a engañar, pero nos la hemos ingeniado para llegar a la siguiente actividad, una cena romántica en barco (Captain Crook Cruises). La velada ha sido magnífica (y bien amenizada por una vocal y un pianista) y las vistas de Sydney de noche (aún con lluvia pero poca y sin niebla) han sido el colofón a un gran día. ¡Y así termina la jornada de hoy! ¡Mañana más y con más sorpresas!
Me ha encantado la inmersión de los tiburones! Las fotografías son realmente buenas. Os seguimos leyendo, un beso.
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